(AP) - Cuando parecía que América Latina había desarrollado los mecanismos para resolver internamente sus conflictos sin ninguna mediación extrarregional, apareció la crisis en Honduras.
Aún se desconocen los detalles de lo que se puso sobre la mesa, pero el gobierno de Estados Unidos logró al final lo que toda Latinoamérica, de la mano de la OEA, buscó infructuosamente por cuatro meses: un acuerdo que finalmente abre las puertas para que regrese Manuel Zelaya al poder en Honduras.
Estados Unidos se convirtió en el actor que permitió dar un vuelco a una situación que parecía infranqueable.
El secretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Thomas Shannon, llegó el miércoles a Tegucigalpa y tras encontrarse con las partes en conflicto se reanudó el diálogo y finalmente se anunció el acuerdo que parece poner fin a la crisis.
"Diplomáticamente, Estados Unidos salió como el gran ganador del acuerdo, mientras que la reputación de la OEA como una organización capaz de manejar crisis regionales quedó debilitada", señaló el viernes Heather Berkman, experta en América Latina de la consultoría Eurasia Group.
Si bien reconoció el rol de los gobiernos de la región, el propio secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, destacó el papel de Estados Unidos.
"Especialmente importante fue el papel desarrollado por los gobiernos de la región que enviaron representantes a Tegucigalpa en algún momento de la crisis para ayudar a caminar el diálogo. En particular es reseñable la contribución de Estados Unidos y de su subsecretario de Asuntos Hemisféricos, Thomas Shannon", dijo Insulza el viernes en un comunicado.
Apenas unas horas después del golpe que el 28 de junio derrocó a Manuel Zelaya de la presidencia, los países de América Latina cerraron filas y comenzaron a maniobrar para lograr su restitución. Y aunque propiciaron encuentros e incluso algunos acuerdos que parecían pavimentar el camino, la intransigencia del gobierno de facto de Roberto Micheletti apagó insistentemente cualquier luz que surgía.
Al toparse con la crisis de Honduras, América Latina traía consigo un importante antecedente que mostró su capacidad para comenzar a resolver los conflictos regionales de manera interna: en 2008, a través del Grupo de Río, Latinoamérica neutralizó una crisis entre Colombia y Ecuador que amenazaba con desbordar la región andina.
El conflicto provocado por una incursión militar colombiana el 1 de marzo a territorio ecuatoriano para atacar una base de la guerrilla de las FARC, comenzó a enfriarse tras una cumbre presidencial del Grupo de Río en República Dominicana que mostró la efectividad regional para abrir camiones de solución a conflictos latinoamericanos. Y ello, sin la participación de Estados Unidos.
Un día después del golpe en Honduras, distintos mecanismos regionales sostuvieron encuentros presidenciales extraordinarios para abordar el golpe. Nicaragua albergó los encuentros de representantes de la Alternativa Bolivariana para América Latina, el Sistema de la Integración Centroamericana y por supuesto el Grupo de Río, quienes coincidieron en respaldar a Zelaya y promover su restitución.
Aunque al paso de los días acordaron caminar bajo el paraguas de la Organización de Estados Americanos (OEA), América Latina se mantuvo unida en su posición y respaldaron diversas iniciativas que, sin embargo, no lograron revertir la situación.
Estados Unidos, un miembro de la OEA que en diversos momentos ha sido acusado de interferir en asuntos propios de la región, fue señalado en medio de la crisis hondureña por no tener un papel más activo.
"No puedo presionar un botón y de repente reinstalar al señor Zelaya", dijo en agosto el presidente Barack Obama, un mandatario que ha declarado buscar un nuevo punto de partida en las relaciones con América Latina.
"Irónicamente, las personas que estuvieron quejándose por la interferencia de Estados Unidos en América Latina están ahora quejándose que no estamos interfiriendo lo suficiente", añadió entonces.
En los cuatro meses de crisis, se acordó primero la mediación del presidente costarricense Oscar Arias que propuso el llamado Acuerdo de San José; luego vinieron dos visitas de cancilleres latinoamericanos bajo el amparo de la OEA, y finalmente el llamado Diálogo de Guaymuras que marcó por primera vez el encuentro directo de representantes del gobierno de facto y del derrocado Zelaya.
Pero tras cada esperanza que surgía, Micheletti se encargaba de opacarla.
Todavía el martes, un día antes de la llegada de Shannon, el presidente de facto dijo que la solución a la crisis tendría que esperar hasta después de las elecciones del 29 de noviembre
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