LUIS YÁÑEZ-BARNUEVO - Sevilla - 17/12/2009
Me ha sorprendido cómo argumentaba Jorge Castañeda, en su artículo publicado en EL PAÍS del 14 de diciembre, la justificación del golpe de Estado en Honduras del pasado 28 de junio.
Cualquiera que fueran los excesos cometidos por el presidente Zelaya, deponerlo por la fuerza y deportarlo manu militari a Costa Rica es un delito mayor contra el orden constitucional que un demócrata jamás puede justificar. ¿O es que a partir de ahora un golpe relativamente blando y temporal va a ser aceptable? ¿Después de la doctrina Honduras va a ser bien visto que los militares y poderes fácticos depongan a presidentes elegidos seis meses antes de concluir su mandato?
La derecha latinoamericana, apoyada por la jerarquía católica, el PP europeo y el Partido Republicano de Estados Unidos, recurrirá allí donde no pueda ganar elecciones (casi toda la América Latina de hoy) al golpismo tipo Honduras; el gorilismo que tanto costó erradicar de aquel continente habrá vuelto por sus fueros.
Ojalá que sólo hubiera perdido Chávez en la crisis de Honduras, Jorge, pero ha perdido la democracia y hemos perdido todos los demócratas.
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