Opinión, Arnold August
El Frente Nacional de Resistencia está liderando la heroica batalla del pueblo de Honduras. Por 70 días consecutivos el pueblo de Honduras, proveniente de todos los sectores de la vida del país, está enfrentando una violenta represión por parte de los militares y la policía. Ellos, con una organización cada vez más desarrollada y perfeccionada, y muy coherente políticamente, continúan planteando sus demandas pacíficamente. Dichas demandas incluyen la restauración del orden constitucional en Honduras y el retorno del Presidente Zelaya. A medida que la situación evoluciona, cada vez hay más y más presión por una asamblea constituyente para reformar la constitución y la nación. Ellos están planteando que, independientemente de si Zelaya retorna o no, ello se ha convertido en el objetivo de la resistencia que están llevando a cabo.
Ahora que han sido convocadas las elecciones por los golpistas, el Frente Nacional de Resistencia ha llamado al boicot de las mismas. El no-reconocimiento de las elecciones, simultáneamente con el movimiento de masas en las calles por una nueva Honduras que continúa sin descanso, es una fase muy importante en la batalla. Sindicatos de obreros y empleados, grupos de activistas femeninos, campesinos, estudiantes, intelectuales y otros sectores de la sociedad están todos en el frente de batalla. Los golpistas hondureños tienen la esperanza de legitimar el golpe mediante la celebración de las elecciones.
Las fuerzas políticas no vinculadas con el régimen militar están uniendo fuerzas con el movimiento de masas. La Resistencia ha ganado mucho prestigio, lo que ha traído como resultado la adhesión de un amplio grupo de fuerzas políticas. Por ejemplo, el 18 de Julio (cerca de mes y medio atrás), en una entrevista con Raimundo López de Prensa Latina, el candidato presidencial (en esos momentos) por el Partido de Unificación Democrática(UD) y actual diputado César Ham, declaró que hay una Honduras de antes del golpe y una después.
Su declaración, en pocas palabras, sintetizó la actual situación en Honduras y nos ofrece el contexto histórico. El UD se ha unido en las calles al Frente Nacional de Resistencia. De hecho, dos de sus líderes han sido asesinados por el régimen militar. El 31 de Agosto, de acuerdo a un reporte de Prensa Latina, Ham y otros miembros de UD confirmaron que ellos estaban boicoteando las elecciones. Otros sectores no tradicionales, e incluso algunos sectores tradicionales de las fuerzas políticas, están haciendo lo mismo. “El movimiento de base”, dijo Zelaya según The Nation (día 4 de septiembre) “tiene un solo propósito, la transformación de Honduras, incluyendo profundos cambios estructurales. Este movimiento es ahora muy fuerte. No podrá ser destruido.”[1] El día 5 de septiembre, cuando la resistencia popular al golpe militar alcanza los 70 días, el Frente Nacional estaba analizando sus próximas acciones.
La Honduras post-golpe se ha unido al movimiento que se ha ido expandiendo como un reguero de pólvora a través de Suramérica, aún sin estar en este momento el presidente electo Zelaya en el país. Este movimiento de base suramericano representa un impulso a favor del poder del pueblo y en contra de las políticas neoliberales y la dominación de EE.UU. La meta es el uso de las urnas para llevar a cabo cambios radicales en sus respectivos países. La elección de asambleas constituyentes y la redacción de nuevas constituciones han tenido lugar ya en varios países como Venezuela, Bolivia, y Ecuador. Otros como Nicaragua, El Salvador y Paraguay, por sólo mencionar unos pocos, han tomado la vía para re-fundar sus naciones. Cuba es la pionera, aún cuando el cambio tuvo lugar en condiciones históricas completamente diferentes por diferentes medios. El triunfo de la Revolución en 1959 y la transformación revolucionaria que trajo como resultado, tiene sus raíces en las tradiciones mambisas del siglo XIX. Entre esas tradiciones, la del pueblo escribiendo sus propias constituciones como una República en Armas, incluso mientras que Cuba era aún una colonia de España.
Honduras era conocida como un ejemplo de lo que EE.UU describe despreciativamente y arrogantemente como una república bananera. Honduras es la tercera nación más pobre de Suramérica y del Caribe. Honduras cuenta con un alto índice de analfabetismo como sucedía en Bolivia antes de la elección de Evo Morales y la reformulación de su sistema político. Sin embargo, es ahora ese pueblo de Honduras quien está dando lecciones a Washington acerca de lo que necesita, que es una nueva y moderna constitución.
La situación económica y política en los EE.UU es tan mala que teniendo en cuenta su inmensa deuda externa, algunos comentaristas estadounidenses se refieren a los EE.UU, en tono irónico por supuesto, como una república bananera. Los EE.UU fueron escenario de dos fraudulentas victorias electorales bajo el poder de la familia Bush. ¿Cómo es posible que un programa de reformas al sistema de salud resulte en una nación dividida entre los ciudadanos, al mismo tiempo que el ala de la extrema derecha de oposición al nuevo esquema de salud amenaza con una ola de violencia? Aunque en teoría la esclavitud y la discriminación racial oficial ha sido eliminada a favor de los derechos civiles, el racismo no sólo sigue presente crudamente, sino que se incrementa en esa sociedad. Los estadounidenses de origen latino son en número creciente víctimas de ataques racistas de los grandes medios que permean la sociedad. El racismo está institucionalizado. Incluso el Presidente Obama es víctima de amenazas e intentos de intimidación por parte de la derecha racista. A pesar de que hubo un movimiento para acusar y solicitar la destitución (el “impeachment”) del ex vicepresidente Cheney (algo que nunca pudiera llevarse a cabo) por crímenes de guerra y mentir a sus ciudadanos llevándolos a una guerra, ahora aparecen rumores de que Cheney podría ser candidato a las elecciones presidenciales en el 2012. Si Cheney resulta ser solo un no-candidato, él es en definitiva quien lidera en estos tiempos el retorno a la política de la era Bush. El Washington Post apoya abiertamente las torturas y coincide con las posiciones de Cheney.[2] La historia completa del 11 de Septiembre está aún por revelar por parte del gobierno de los EE.UU. Los EE.UU son los mayores proveedores de armas y de drogas del mundo. Todo esto y mucho más tienen lugar en un pantano turbio, que incluso conformidad y la violación de la Constitución de los EE.UU.
Los pueblos del sur están avanzando. ¿No tendrán en cuenta los sectores más progresistas y visionarios de la sociedad de los Estados Unidos este movimiento para plantearse reflexionar sobre la necesidad de una nueva Constitución en los EE.UU, que asegurara a los ciudadanos el control sobre sus destinos y sobre a la política internacional? Esta misma interrogante es aplicable a otros países del norte.
El pueblo de Honduras, por su parte, está ciertamente por una asamblea constituyente y una nueva constitución: una justicia poética para los habitantes de la “república bananera”. Durante el período previo al golpe, el presidente Zelaya había guiado dirigido a su pueblo a una nueva situación. Por ello él fue derrocado. Sin embargo, en la Honduras post-golpe, el país ha cambiado. El movimiento desde el 28 de junio es mucho más profundo y va más allá que la Honduras pre-golpe. Este país ahora más que nunca es parte del vasto movimiento en Suramérica por una nueva política económica anti-neoliberal y nuevas instituciones políticas, y en contra de la dominación de los EE.UU, del pillaje de sus recursos naturales y la instalación y extensión de bases militares. En un futuro cercano, Honduras tendrá sus altas y sus bajas, pero a largo plazo, la tendencia es irreversible - como mismo lo es a lo largo y ancho de todo el Sur que hoy se levanta.
Fotos AFP
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