sábado, 10 de octubre de 2009

Crisis en Honduras revive a OEA, expone limitaciones

Por Esteban Israel



LA HABANA (Reuters) - La crisis política abierta por el golpe militar en Honduras revivió a la Organización de Estados Americanos (OEA), pero expuso también las debilidades de un organismo atado de manos por las divisiones entre sus miembros.

Su principal logro en tres meses fue establecer esta semana un precario diálogo entre el depuesto presidente Manuel Zelaya y Roberto Micheletti, el hombre que lo reemplazó tras el golpe del 28 de junio, dijeron expertos.

"Nunca la OEA ha estado en el primer plano, para bien o para mal, como ahora", dijo el diplomático chileno Jorge Heine, catedrático de gobierno global en la Balsillie School of International Affairs de la University of Waterloo, Canadá.

La OEA, que en el pasado hizo la vista gorda ante otros golpes en América Latina, condenó esta vez sin titubeos el derrocamiento de Zelaya y suspendió a Honduras para aislar al Gobierno de facto.

Pero según Michael Shifter, del Inter-American Dialogue en Washington, su incapacidad para dar el siguiente paso y destrabar la crisis demuestra la tensión que se respira en una región polarizada entre Estados Unidos y su acérrimo crítico, el presidente izquierdista de Venezuela, Hugo Chávez.

"Su condena al golpe fue positiva, porque la OEA había guardado silencio ante muchas otras situaciones", dijo.

"Pero a la hora de buscar una solución y superar la crisis mostró debilidades que son básicamente un reflejo del desorden en el paisaje político en América Latina", añadió.

Los miembros de la OEA no lograron ponerse de acuerdo la semana pasada sobre si la restitución de Zelaya, atrincherado desde hace casi tres semanas en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, debe condicionar el reconocimiento de las elecciones presidenciales del 29 de noviembre.

Micheletti espera que los comicios permitan pasar la página de la peor crisis política en décadas en América Central, que está poniendo a prueba el liderazgo en la región del presidente estadounidense Barack Obama, que el viernes ganó el Premio Nobel de la Paz.

ZELAYA, COMO SEA

El secretario general de la OEA, el carismático ex canciller chileno José Miguel Insulza, voló las semana pasada en secreto a la base aérea estadounidense de Palmerola, al noroeste de Tegucigalpa, para una reunión con Micheletti.

El encuentro despejó el camino para que Insulza y varios cancilleres de la OEA regresaran esta semana a Honduras a plena luz del día para instalar una mesa de diálogo entre representantes de Zelaya y Micheletti.

Las perspectivas del diálogo parecen sin embargo inciertas, pues ningún bando parece dispuesto a ceder un milímetro respecto de la restitución de Zelaya.

El presidente de facto Micheletti se niega a devolverle el poder a un hombre que, asegura, violó la Constitución al intentar forzar su reelección bajo la influencia de su aliado venezolano Chávez.

El problema, dicen los analistas, es que Zelaya fue sacado del poder en pijamas y a punta de pistola de una forma que América Latina creía superada hacía décadas.

"El desafío verdadero, el asunto de fondo, es ahora cómo revertir y deshacer los efectos del golpe de Estado y eso pasa por la restitución de Zelaya aunque sea atado de manos", dijo Heine, de la University of Waterloo.

"La OEA hasta ahora ha logrado mantener el tema vivo y presente en el candelero. Es el tema número uno en la agenda interamericana hoy", opinó.

Shifter, del Inter-American Dialogue, dijo que el principal error de la OEA fue subestimar el rechazo a Zelaya dentro de Honduras, donde su derrocamiento fue apoyado por empresarios, políticos, militares y hasta bendecido por la Iglesia.

Otros como José Carlos Hidalgo, coordinador de proyectos para América Latina en The Cato Institute en Washington, creen que la OEA metió la pata al ofrecer supervisar la consulta con la que Zelaya buscaba sondear el clima para la reelección.

"¿Qué hacían enviando observadores a un referéndum que había sido declarado ilegal por todas las instituciones en Honduras?" dijo. "Esta crisis desde un inicio sólo ha servido para desprestigiar aún más a la OEA", opinó.

Pero si las conversaciones iniciadas esta semana permitieran un acuerdo que haga aceptables las elecciones de noviembre, el organismo tendría un papel protagónico que jugar en el próximo capítulo de la crisis.

"De ser así, la OEA tiene que asegurarse que las elecciones se desarrollen en una forma creíble y justa", dijo Shifter.

"Esta crisis ha sido una prueba importante para la OEA, una oportunidad de ganar credibilidad y mostrar que puede ser efectiva ante este tipo de situación", opinó.

(Reporte de Esteban Israel)

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