Claudia Rosett Fracasa en Detectar la Conspiración de Obama de Arrebatarle el Premio Nobel de la Paz a Micheletti
Por Belén Fernández
Especial para The Narco News Bulletin
17 de octubre 2009
Cuestionado en una reunión reciente en la sala de prensa del palacio presidencial de Tegucigalpa, sobre la exactitud de la afirmación del New York Times de que el gobierno golpista había gastado al menos USD$400,000 hasta ahora en una “campaña de cabildeo de alto perfil” en los Estados Unidos, el presidente golpista Roberto Micheletti respondió, según informa La Tribuna, que “los cálculos ya se han hecho y sabemos muy bien cuánto se está cobrando”, antes de confirmar si la suma estimada era parecida a la correcta. Sin embargo, no se explica si Micheletti cree que el hecho de que él sepa cuánto está pagando justifica el gasto, o el por qué ha habido incesantes quejas acerca de la asignación de fondos para proyectos nacionales que Mel Zelaya hizo en el pasado.
Según Micheletti, la contratación de firmas de Washington como Cormac Group o Chlopak, Leonard, Schechter y Asociados, es totalmente compatible con “lo que la ley dice que podemos hacer” y no es tanto una campaña sino una presentación de información que su gobierno cree que los Estados Unidos deben de saber. En cuanto a proyectos nacionales que Honduras trata de hacer, incluyen la promesa hecha por Micheletti de mejorar las condiciones de la sala de prensa del palacio presidencial y la publicación de un artículo de Forbes.com de Claudia Rosett reproducido en la página 10 de la edición del 10 de octubre de La Tribuna y que incluía la especificación “Anuncio Político Pagado” en la esquina superior derecha.
La distracción a la especificación es proporcionada por las incoherencias del estilo del diseño del artículo, tales como, que el título del artículo se tradujo solo a la mitad como “Una Victoria sobre Washington Nuke At A Time” siendo el título original “La Victoria sobre Washington Un Proyecto Nuclear a la vez” (Win Over Washington One Nuke at a Time, en inglés). Los lectores que hojeen rápidamente el diario podrían malinterpretar la victoria sobre Washington, además de que la inclusión de una foto de tamaño importante de Zelaya y Micheletti dándose un apretón de manos en un sofá, podría interpretarse que los 400,000 dólares de la campaña de cabildeo han solucionado el problema hondureño.
Una lectura más minuciosa revela que Rosett, ex articulista del Wall Street Journal, escribió el artículo como un memorándum para Micheletti del “Servicio Consultoría Esperanza y Cambio Global en Washington, DC”—cuya naturaleza ficticia esperanzaría que no está facturado en el presupuesto publirrelacionista de Micheletti. El memorándum comienza con la conmiseración con la difícil situación del presidente golpista de convertirse en paria global al seguir la remoción legal y constitucional de Zelaya, e informándole que “ahora mismo, su prestigio en la Casa Blanca ocupa un lugar debajo del Dalai Lama y del Comité Olímpico Internacional.” En lugar de sugerirle que la preocupación por los derechos humanos o el atletismo podría levantar la condición de Micheletti ante el mundo, Rosett le aconseja abandonar su búsqueda por la democracia y considerar tres modelos contemporáneos para asegurar la aceptación de Washington.
El primer modelo que Rosett inventa lo traducen como el “Método Mullah Mad”, en el que “Mullah Mad” no es una figura no tan conocida de Afganistán, sino el resultado de una mala traducción del “Método del Mullah Loco”—esto es, la política iraní de seducir al gobierno de Obama mediante los preparativos de la “nube en forma de hongo” (armas nucleares). Otras tácticas diplomáticas iraníes que Rosett menciona, incluyen “financiamiento, entrenamiento y equipamiento de grupos terroristas”, que aparentemente es más efectivo que solamente darles trabajo en el sector de la seguridad hondureña a grupos terroristas colombianos ya entrenados—un acuerdo post-golpe confirmado por las Naciones Unidas y por el presidente de la Comisión de Seguridad del Congreso de Honduras.
Los otros dos modelos de Rosett incluyen a Corea del Norte y Venezuela. Éste último parece ser la transición más fluida para el régimen de Micheletti, dado el enfoque de Rosett en el cierre de medios de comunicación en Venezuela, aunque el régimen pueda tener que aprender a adoptar esas acciones basado en el fracaso de renovar las licencias de trasmisión de los medios. Ninguno de los tres modelos aboga por campañas de cabildeo de alto perfil en los Estados Unidos, lo que sugiere la indiferencia estadounidense por métodos verdaderamente democráticos.
Tras concluir que Micheletti simplemente no tiene “esa cualidad radical mesiánica“ que los Estados Unidos encuentran tan atractiva—a pesar del hecho de que El Heraldo reportara en septiembre su declaración de que si la comunidad internacional invadiera Honduras para removerlo del cargo, significaría que Dios está del lado hondureño—Rosett ofrece cinco párrafos de sugerencias para el presidente golpista, basadas en las lecciones de su esquema de los tres modelos. Las sugerencias incluyen la invitación a Honduras del fudador del programa nuclear de Pakistán, para que experimente la vida nocturna—aunque Rosett olvida recordar a Micheletti que no programe un toque de queda durante esta visita—y para que posponga las elecciones de noviembre, “de preferencia posponiéndolas por seis meses cada vez.” Por alguna razón La Tribuna no destaca en negritas la última sugerencia.
Rosett es identificada al final del artículo como “periodista residente de la Fundación para la Defensa de las Democracias”, y que en una visita a su sitio web uno se encuentra con la información no tan sorpresiva de que los programas listados por la Fundación tienen nombres como: “Centro para la Investigación del Terrorismo”, “Proyecto del Futuro del Terrorismo” y “Coalición en contra de los Medios Terroristas”. Sin embargo, el diseñador del sitio al menos pudo abstenerse de incluir la definición de terrorismo como “el uso deliberado de la violencia contra la ciudadanía para alcanzar objetivos políticos”, a fin de hacer más difícil su aplicación a eventos hondureños como los disparos a la cabeza hechos contra maestros antigolpistas.
La Fundación afirma que concede gran importancia al periodismo de investigación, a pesar del hecho de que las preocupaciones históricas de la palabra “terrorismo” generalmente no han sido acompañadas por la priorización de la investigación sobre la generación del miedo, y de que la práctica del periodismo de investigación generalmente no ha sido acompañada por el sello “Anuncio Político Pagado”. En cuanto a los pagos supuestamente recibidos por miembros de la Junta de Asesores de la Fundación para la Defensa de las Democracias, con periodos anteriores en el Comité de Asesores del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, Rosett no le sugiere a Micheletti el “Modelo Richard Perle”, según el cual, Perle estaría a favor de abogar por una invasión de Honduras a Iraq, de acuerdo con sus propios intereses financieros.
Un modelo hondureño diferente es ofrecido por el New York Times, que propone una secuencia más simple: “Primero, depón a un presidente. Segundo, contrata a un cabildero.” En cuanto a los intereses financieros de los benefactores del segundo paso de la secuencia, el diario no precisa si los pagos de USD$400,000 para la firmas de cabildeo estadounidenses figuran en las pérdidas por 400 millones de dólares que el régimen golpista afirma haber tenido por las sanciones internacionales. En cuanto a otras instituciones recientemente contratadas como supuestos guardias en contra de futuras pérdidas de bienes materiales hondureños, Micheletti niega en la edición del 10 de octubre de La Tribuna, la existencia de paramilitares colombianos empleados como guardias en el sector de seguridad privada.
Empieza a parecer que Claudia Rosett está siguiendo el auto-prescrito “Modelo Paramilitar Colombiano”, si consideramos que la razón de ser del paramilitarismo es la de actuar en nombre del designio gubernamental sin implicar al gobierno mismo. Sin embargo, el compromiso con este modelo de Rosett es puesto en duda por el hecho de que los anuncios políticos pagados siempre son más eficaces cuando hacen una crónica de los méritos de los que están pagando, más que de los atributos polémicos de los que no lo están haciendo.
Traddución de inglés por Fernando León
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