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miércoles, 15 de febrero de 2012
Más de 350 reos murieron calcinados o asfixiados en un incendio este miércoles en el penal de Comayagua, en el centro de Honduras, afirmó a la AFP el ministro de Seguridad, Pompeyo Bonilla, sin descartar que la cifra aumente.
Cuerpos calcinados abrazados a los barrotes, al parecer víctimas de la larga demora de los guardias en abrir las celdas, fue la escena descrita por reclusos sobrevivientes y por forenses y autoridades que ingresaron al amanecer a la prisión, ubicada 90 km al norte de Tegucigalpa.
Hay "más de 350 muertos, es un aproximado, no descartamos que sea un poco más, pero estamos verificando para dar una información oficial y exacta de la cifra de esta tragedia", dijo Bonilla al dar el balance de lo que ya constituye el peor incendio en una cárcel en todo el mundo en la última década.
Defensores de derechos humanos denunciaron negligencia y demoras en abrir las puertas de los reclusos. "Vemos que hubo negligencia de abrir los portones. Se debe hacer una investigación exhaustiva", dijo Andrés Pavón, presidente del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras, a la AFP.
"Mi hijo se asfixió allí. Los guardias no les abrieron la puerta para que murieran quemados. Si hubieran abierto la puerta se hubieran salvado. Había una gran balacera cuando los reos desesperados querían salir", denunció Johel Leonidas Medina, 69 años, en conversación con la AFP.
Aterrados por las llamas, los reos que lograron salir de sus celdas debieron además sortear disparos al aire de los guardias que, según testimonios, creyeron que se encontraban frente a un intento de fuga del penal, en cuya entrada está inscripta la frase "Hágase justicia aunque el mundo perezca".
"La gente quería salir por el portón, pero nadie nos abría, levantamos entre todos las láminas del techo y saltamos por el techo, y saltamos un muro", contó Fabricio Contreras, de 34 años, a quien salvar su vida le costó un tobillo quebrado, a la AFP en el hospital Santa Teresa (Comayagua).
En un mensaje al país en cadena de radio y televisión, el presidente Porfirio Lobo anunció la separación temporal de las autoridades penitenciarias para garantizar una investigación eficaz de las causas del incendio.
"Haremos toda la investigación para determinar qué provocó esta lamentable e inaceptable tragedia, para dilucidar responsabilidades", manifestó.
Por la noche los primeros 115 cadáveres recogidos por los servicios forenses partieron en el interior de contenedores refrigerados rumbo a la morgue de Tegucigalpa, donde el jueves médicos forenses, con ayuda de equipos extranjeros, comenzarán las tareas de identificación, explicó Bonilla.
Honduras es considerado el país más violento del mundo, con una tasa de homicidios anual de 82 cada 100.000 habitantes. El narcotráfico lo ha transformado en ruta alternativa para el trasiego de droga hacia Estados Unidos y además sufre el azote de las 'maras' (pandillas).
El siniestro habría comenzado a las 22H50 locales del martes (04H50 GMT del miércoles) y fue controlado por los bomberos tres horas después. Las autoridades investigan dos hipótesis para el origen del fuego: un cortocircuito y incendio intencional de un colchón con aparentes fines suicidas.
"A las 11:10 a.m. (hora local) recibí una llamada de un interno. Me dijo que otro reo había dicho: 'Voy a meter fuego a esto y nos vamos a morir todos'", relató la gobernadora del departamento hondureño de Comayagua, Paola Castro, a la AFP.
"Y le metió fuego y nos estamos quemando, nos estamos muriendo todos", agregó el recluso, siempre según la gobernadora.
La prisión es un complejo agrícola ubicado a 500 metros de la carretera que une San Pedro Sula, el corazón económico de Honduras, y la capital Tegucigalpa. También está muy cerca de la base aérea estadounidense de Palmerola.
En esta cárcel los reclusos se dedicaban, entre otras actividades, al cultivo de hortalizas y la cría de gallinas y cerdos. Era, además, considerada un modelo en el sistema penitenciario hondureño.
Honduras cuenta en la actualidad con 24 establecimientos penitenciarios con capacidad para albergar 8.000 personas, pero la población carcelaria sobrepasa las 13.000, en un país que tiene 8,2 millones de habitantes.
El secretario de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, pidió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) enviar una delegación a Honduras para investigar el incendio.
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