Los sucesos en Honduras durante los últimos diez días nos obligan a accionar de inmediato para evitar que la mayor cantidad de gente de nuestro pueblo esté a salvo de la embestida represiva que preparan los fascistas de la que tenemos señales inequívocas que crecen con el pasar de los días.
Ricardo Salgado
La virulenta actividad represiva y selectiva contra miembros de la resistencia en los últimos días se ha convertido en una constante. Han pasado de las bombas de “mentiras” en los centros comerciales y propiedades de acaudalados golpistas a atentados contra la población civil que han perfilado a lo largo de mas de 140 días de lucha.
Sumado a esto hay un despliegue militar formidable a lo largo y ancho del país. Los retenes militares en las carreteras donde detienen vehículos, especialmente del transporte público, para llevar a cabo revisiones sin explicación alguna, son una muestra de la campaña de intimidación que ejecutan con el mayor descaro, y la complicidad gringa.
Las ciudades principales, acostumbradas desde el golpe a la “reaparición” del siniestro actor militar, han notado el incremento de la presencia creciente de militares de diversas unidades del ejército. Uno puede visitar cualquier establecimiento y ellos están allí, como guardianes de la fortuna transnacional, pero también como clientes. Ayer me llamaba la atención, comprando un café, que estaba en lo mismo un militar en traje de campaña y en la identificación de su unidad decía “francotirador”.
Francotiradores comprando café en horas “laborables”, ese es un escenario poco común para las sociedades de hoy. Se han convertido en la parte aterradora del paisaje cotidiano de los hondureños. Además, no necesitan mucho para entrar en su función de bestias represivas.
Se han producido varios atentados contra miembros de la resistencia en Olancho, Tegucigalpa, Santa Bárbara; un vocero de la policía anunció recientemente con vehemencia pero sin preocupación el conocimiento policial de una escalada de la violencia de grupos del narcotráfico durante los días que van hasta la fecha de las elecciones. Sorprende como una policía que hasta hace seis meses era un paradigma de ineptitud, hoy sea capaz de resolver casos en horas e incluso anunciar con antelación los planes de un narcotráfico al que nunca han podido controlar.
Se han reportado vuelos a baja altura de aviones de la Fuerza Aérea Hondureña sobre poblados en varias regiones del país. Esto lo hacen durante horas del día como en una demostración de su presencia a poblaciones que de otro modo han estado permanentemente en el olvido y rara vez pueden apreciar un avión. Durante la noche la actividad cambia y en los alrededores del aeropuerto de Toncontín, durante los últimos 4 meses TODOS LOS DIAS se ha producido intensa actividad de vuelos NO COMERCIALES.
No sabemos si esta actividad es igual en Palmerola, o en los aeropuertos de San Pedro Sula o La Ceiba. Lo que hacen es mas difícil de probar aunque todo parece indicar un proceso acumulativo de pertrechos, y probablemente la actividad complementaria de otros rubros. Esta actividad en Tegucigalpa, no ha bajado ni un tan solo día en estos meses.
El descaro, o la estupidez, aumentan cuando la secretaria de salud pública emite una orden de suspensión de servicios vitales de los hospitales públicos en todo el país. Toda cirugía programada para las fechas comprendidas entre el 19 de noviembre y el 4 de diciembre deben cancelarse. Se deben liberar tantas camas como sea posible. Además se les ordena a los encargados de cada hospital preparar un plan de contingencias a la mayor brevedad posible.
Claro los gringos no están al margen de esto; Ian Kelly, portavoz del departamento de estado dio el jueves una declaración inusual: “Los Estados Unidos están preocupados por las violaciones a los derechos humanos en Honduras; estamos siguiendo esto de cerca y esto pesará mucho para tomar la decisión de reconocer las elecciones o no”. La declaración de Kelly parece mas una profecía que una preocupación.
Ellos, los gringos, son los arquitectos de toda la conspiración, y esta parte del plan tampoco les es ajena. Simplemente, como en todas sus convenientes valoraciones de los hechos clasificaran la violencia de acuerdo a su mejor interés. Posiblemente terminarán diciendo que la violencia causada por la acción de la resistencia provocó a los represores quienes defendieron el orden público.
Todas las acciones descritas no son hechos aislados; forman parte de una estrategia, de un plan único de acción que ha sido elaborado por entes de inteligencia militar, con la respectiva asesoría de terroristas sionistas, paramilitares colombianos y los clásicos sabios de la CIA y el Pentágono.
La denuncia del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras, CODEH, sobre una los planes para ejecutar una masacre durante los días previos y y el mismo día del proceso electoral, no es una idea sin respaldo. Por accidente llego a mi conocimiento la información de que un alto oficial de las Fuerzas Armadas, advirtió a una pariente cercana “…si va a salir a votar, hágalo temprano, a las 11:00 de la mañana comenzará el cagadal…”.
En comparecencia radial el día de ayer, Andrés Pavón, presidente del CODEH, y Rafael Alegría, dirigente de la Vía Campesina y del Frente Nacional de Resistencia, hicieron una amplia exposición sobre los detalles de este plan que, a pesar de ser público, no parece estarse abortando.
Como acción complementaria, han decretado un desarme general de la población a partir del lunes 23 de noviembre. Seguramente llevaran a cabo operativos de agresión contra barrios y colonias populares, así como a comunidades rurales en resistencia. Aquí no parece haber ningún cabo suelto.
La única opción que queda es acelerar un proceso de preparación popular sobre las medidas a tomar frente a la oleada represiva que se avecina. Hasta ahora se le ha aconsejado a la población no salir a votar para preservar la seguridad. Todavía no he visto un plan consistente que prepare a la población ante la posible represión en las zonas pobres de las ciudades mas importantes y en áreas clave de la resistencia en el interior del país.
Un ingrediente adicional a este plan radica en el cierre de los medios de comunicación afines a la resistencia. Ayer sacaron del aire a Cholusat Sur, y no es descabellado pensar que Radio Globo sea cerrada bajo cualquier pretexto en los primeros días de la semana entrante. Estos cierres van dirigidos no solamente a callar las voces contra el proceso fraudulento del 29 sino también a evitar la divulgación de instrucciones y recomendaciones a la población.
A esta altura se debería estar preparando una campaña tendiente a organizar al pueblo, como si se tratara de un fenómeno catastrófico.
Muchos críticos dirán que soy paranoico, y que estoy siendo victima de mis fobias. Pero, incluso si los militares y paramilitares no hicieran nada al final, las señales que recibimos nos indican que debemos movernos en la dirección de la prevención y la denuncia. Ninguna acción estará de más. Mucho pero será adoptar un actitud contemplativa y arrepentirnos después.
Si bien es cierto los medios multinacionales y golpistas no dirán nada, al menos hasta que puedan constatar los cadáveres, los presos, los heridos; los medios alternativos seguramente nos apoyaran en la causa de la denuncia. De la llamada comunidad internacional (ONU, OEA, y otros) no debemos esperar nada, posiblemente una resolución condenatoria, tan inservible como todas las demás.
Los únicos que pueden trabajar en la prevención somos nosotros mismos. Debemos preparar responsablemente a nuestro pueblo para enfrentar todo. Recordemos que el pánico que están creando estos militares también impacta en los burgueses y la mal llamada clase media; estos normalmente reaccionan con compras compulsivas de víveres, agua, combustible y otros artículos provocando un desabastecimiento desordenado de alimentos y objetos de primera necesidad.
Un plan debe producirse y divulgarse de manera inmediata para salvaguardar la integridad física del pueblo, pero también para garantizar que no entre en situación de calamidad. En esto la organización y la solidaridad juegan un papel importantísimo.
Hay mucho por hacer; las horas son limitadas, necesitamos organización. Esta movilización dará una muestra clara de nuestra capacidad para la lucha futura, debemos ser eficientes, disciplinados, tenaces, valientes. Nada menos se requiere ahora.
No podemos darnos el lujo de equivocarnos en este momento, las señales son muy claras; y el macabro plan de los asesinos golpistas puede convertirse en un gran triunfo popular. De nosotros depende.