En una emboscada, fueron asesinados tres campesinos mientras se dirigían a los campamentos ubicados en la margen izquierda del río Aguán. Los guardias de seguridad al servicio del terrateniente de origen árabe, Miguel Facussé Barjum, fueron avistados por otras personas, luego que huyeran de la escena del crimen en un vehículo azul doble cabina.
Tocoa, Honduras. Los asesinatos contra los campesinos en el valle del Aguán continúan en ascenso. En esta ocasión, tres personas han perdido la vida a manos de los guardias privados del terrateniente árabe, Miguel Facussé Barjúm.
Las víctimas responden a los nombres de Víctor Mata Oliva (40) Sergio Amaya (18) y Roldin Villeda (15) quienes se dirigían a uno de los campamentos del Movimiento Unificado Campesino del Aguán (MUCA) situados en el municipio de Tocoa, a 545 kilómetros al noreste de Tegucigalpa.
El crimen fue cometido mediante emboscada en un paraje solitario; el cuerpo del conductor quedó dentro del vehículo en el que se conducían, siendo rematado con disparos de fusil AK-47 en la cabeza, mientras que el segundo cadáver fue encontrado a unos pocos metros del automotor, presentando fracturas a la altura del codo derecho, producto de los disparos y en otras zonas del cuerpo, mientras que la última víctima fue trasladado con vida a un centro asistencial de la zona, sin embargo expiró.
Por otro lado, también fue acribillado el campesino Francisco Miranda de 55 años, miembro del Muca y habitante en el campamento “La Aurora”, siempre en la misma localidad. Miranda fue ejecutado por desconocidos a la altura del puente de alivio sobre el río Aguán, más conocido como “cacho de buey” mientras se movilizaba en bicicleta hacia Tocoa a realizar algunas diligencias.
Más de diez miembros del Muca han sido asesinados en el transcurso de 2010, todos ellos por parte de la empresa de seguridad “Orión”. Vecinos de los campamentos han denunciado que a menudo son objeto de represión y amenazas de muerte, responsabilizando al terrateniente Facussé por el derramamiento de sangre que se está dando en esa región del país.
EL LIBERTADOR como medio de comunicación responsable lamenta exhibir estas fotos a sus lectores en Honduras y el mundo, pero considera que es necesario mostrar el genocidio que se está cometiendo contra los movimientos sociales después del golpe de Estado militar de junio de 2009, desmintiendo la versión de los golpistas al sostener que aquí todo es “paz y amor” y que no se ha asesinado a nadie por sus ideas políticas o por las luchas sociales que considera justas.
Nota de Redacción: EL LIBERTADOR publica estas gráficas con la absoluta autorización de las familias que hoy guardan luto y dolor, y de la organización campesina a la que pertenecían estos compatriotas caídos por el derecho a reclamar y luchar por un pedazo de tierra que les pertenece, más que a cualquier extranjero ingrato, en este caso, un árabe y otros de su mismo origen integrados en una minoría perversa que desde este periódico les exigimos ¡Váyanse!, porque a la vez dañan y ensucian la imagen del resto de la comunidad árabe que reside, trabaja y contribuye al progreso de Honduras.
Este periódico deja constancia que nos diferenciaremos siempre del amarillismo de la prensa tradicional que reproduce a diario una subcultura informativa morbosa, exhibiendo sin ningún respeto los cuerpos de hondureños muertos por la violencia que genera la injusticia social, la pobreza, una policía y un sistema judicial viciados; en cambio, jamás publica la masacre de connacionales ejecutados porque luchan por mejorar sus condiciones de existencia contra gente poderosa que también controla los medios de comunicación. Por eso, exhibimos las injusticias y asesinatos que esa prensa rufiana calla y, con ese silencio, ha destrozado la paz social y la existencia de un Estado de Derecho en Honduras.
Este periódico deja constancia que nos diferenciaremos siempre del amarillismo de la prensa tradicional que reproduce a diario una subcultura informativa morbosa, exhibiendo sin ningún respeto los cuerpos de hondureños muertos por la violencia que genera la injusticia social, la pobreza, una policía y un sistema judicial viciados; en cambio, jamás publica la masacre de connacionales ejecutados porque luchan por mejorar sus condiciones de existencia contra gente poderosa que también controla los medios de comunicación. Por eso, exhibimos las injusticias y asesinatos que esa prensa rufiana calla y, con ese silencio, ha destrozado la paz social y la existencia de un Estado de Derecho en Honduras.
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