martes, 21 de septiembre de 2010

ENEMIGOS DE LA PATRIA, Portada y editorial de edición impresa de EL LIBERTADOR, septiembre de 2010



imageSeptiembre es propicio para que
la oligarquía lleve al extremo del
paroxismo su retórica patriotera.
Sus medios de comunicación agotan
papel y tinta, y dejan afónicas las
gargantas de los altoparlantes
estrellas, en un cínico ejercicio de 
elevación al Olimpo de nuestros 
próceres y los inconclusos sueños de independencia, libertad y soberanía.
Septiembre es propicio para
que la oligarquía lleve al extremo
del paroxismo su retórica patriotera.
Sus medios de comunicación 
agotan papel y tinta, y dejan afónicas
las gargantas de los altoparlantes estrellas, en un cínico ejercicio de elevación al Olimpo de nuestros próceres y los inconclusos sueños de independencia, libertad y 
soberanía. Celebra Honduras la “independencia” Patria precisamente
en tiempos que coinciden con la voracidad de la oligarquía árabe 
explotadora para quedarse con la totalidad de las riquezas y el 
patrimonio nacional, y la lucha del pueblo hondureño explotado que 
forja en las calles la auténtica independencia y liberación. La historia, caprichosa a la hora de imponer sus leyes, pretende que a casi 
doscientos años de una independencia que en lo real no lo fue, 
el pueblo hondureño se gane como la han ganado todos los pueblos
de la tierra, la independencia verdadera que merece cueste lo que
cueste. Septiembre evidencia cómo se agotó el discurso de los 
enemigos de la Patria. Lo que era sencillo y elocuente, ahora, 
en esta Honduras nueva pos golpe de Estado, es oscuro y confuso.
El Congreso Nacional de manera artera entrega recursos estratégicos
que le pertenecen única y exclusivamente al Estado hondureño y 
a su pueblo, al “patriota”  árabe Freddy Nasser Selman y a otros, 
en una muestra clara de que ese discurso de amor por Honduras
no es más que demagogia barata funcional al latrocinio nacional. 
La plana mayor del régimen y la “lacra empresarial”, lloraba y se 
rasgaba las vestiduras ante los féretros de 17 infortunados 
compatriotas que huyendo del hambre y la ausencia de expectativas 
de un mejor futuro, fueron víctimas de la aberrante masacre de 
Tamaulipas cuando buscaban el antiguo y lejano “sueño americano”. 
Sin sonrojarse, los mismos que lloraban a nuestros muertos, 
levantaban sus manos como borregos en el Congreso Nacional
para entregarle los ríos de la Patria al árabe oligarca y a sus socios. 
La  desfachatez es tan grande como grande es la hipocresía y la inconsecuencia. La oligarquía y sus organizaciones, con la fascista
Unión Cívica Democrática (UCD) a la cabeza, cierra filas cuando 
el Estado de Honduras, dueño incuestionable e indiscutido del 
espectro radioeléctrico nacional, recupera para sí la frecuencia de 
Canal 8 que arbitrariamente la Corte Suprema de Justicia golpista
durante la dictadura y fuera del marco de atribuciones, regaló a 
uno de los miembros oligárquicos más conspicuos. Sepa Honduras
entera que ni Elías Asfura, ni Rafael Ferrari, ni nadie, son 
propietarios de ninguna frecuencia televisiva o radial, puesto que
es el Estado de Honduras y por inevitable extensión el pueblo 
hondureño, el dueño absoluto de ese espectro. Años de manipulación
han construido la idea de que la oligarquía es el Estado, y los sofistas
han hecho creer que una simple concesión sujeta su existencia al 
cumplimiento de las condiciones pactadas, produce propiedad.
Auto evidenciada la oligarquía, este 15 de septiembre el pueblo 
hondureño de forma valiente y consciente debe expresar de manera 
masiva su decisión histórica de edificar su destino por cuenta propia 
y tomar el poder de la nación para construir Patria. Sin claudicar y 
sin dar un paso atrás. Para que los enemigos de la nación se enteren 
que ya no engañan a nadie y que sus poses de falsos patriotas no 
volverán a ser más nunca, el telón que oculta la escena apátrida 
de la exclusión, la corrupción, el saqueo nacional y el despojo de 
todo lo que le pertenece ad eternum al heroico pueblo hondureño.

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