Jimena Aguilar
Publicado el 31 de Mayo de 2011
Menos de tres semanas después del golpe, los militares temían que los políticos que habían fraguado el golpe los dejaran solos. Por eso consideraban la posibilidad de apoyar un retorno condicionado de Zelaya, y confesaron a la embajada estadounidense su convicción de que "habían sido manipulados por todas las partes" para derrocar al presidente.Menos de tres semanas después del golpe de Estado en Honduras, el 17 de julio de 2009, la embajada de Estados Unidos mantenía reuniones con actores clave de la crisis política, en un intento por lograr un acuerdo que permitiera el retorno de Manuel Zelaya a la presidencia, en el marco del pacto que promovía el presidente costarricense Óscar Arias. En ese esfuerzo, el embajador Hugo Llorens habló con el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Armada hondureña, general Romeo Vásquez Velásquez, quien le aseguró que estaba dispuesto a apoyar el regreso condicionado de Zelaya.
Bajo instrucciones del Departamento de Estado de Estados Unidos, según muestran cables firmados por Llorens, este mantenía reuniones con figuras hondureñas de la política, la sociedad civil y de negocios, con el fin de convencerlas de que respaldaran el plan de Arias. “Es de fundamental importancia que el régimen de facto de Micheletti entablara serias negociaciones en la próxima mediación liderada por el presidente Arias el 18 de julio en San José“, dice un cable fechado el 17 de julio.
En la información que Llorens enviaba al Departamento de Estado se refleja un Vásquez preocupado por convencer a Estados Unidos de que la actuación de los militares en el golpe había sido producto de una manipulación, pero también aparentemente mintiendo al asegurar que había una orden de captura contra Zelaya, puesto que tanto la Fiscalía como la Corte Suprema habían confesado a la embajada que esa orden nunca se giró. Vásquez había sido despedido por Zelaya cuatro días antes del golpe de Estado del 28 de junio por rehusarse a colaborar con el referendo que promovía el presidente.
En la reunión del día 17 de julio, el embajador le reiteró al ya restituido Vásquez que la posición del gobierno de Estados Unidos era que se restituyera el orden democrático y constitucional y que por lo tanto se reestableciera a Zelaya como el presidente legítimo de Honduras. Para la embajada la mejor opción para lograr esto era llegar a una solución negociada a través del Acuerdo de San José ya que este también tomaba en cuenta las preocupaciones de los opositores de Zelaya.
La reacción de Vásquez ante la posición de Estados Unidos fue defender su participación en el golpe, argumentando que los militares solo habían seguido órdenes de la Corte Suprema. Pero su posición cambió durante la conversación. “Al final, dijo él (Vásquez), que las Fuerzas Armadas de Honduras habían sido manipuladas por todas las partes“, se lee en el cable 217183, firmado por el embajador.
Luego, Vásquez llega a ponerse del lado del presidente derrocado y asegura que solo participó en el golpe por órdenes de la Corte Suprema. “Él (Vásquez) dijo que siempre había sido leal al presidente Zelaya, pero que la orden de la Corte Suprema era constitucional“, dice el texto del cable. En otro cable, Vásquez le aseguró al embajador que a pesar de las diferencias, consideraba a Manuel Zelaya como un amigo.
En la nota, donde se relata sobre la reunión con el jefe del Estado Mayor un día antes de las negociaciones en San José, el embajador menciona que Romeo Vásquez Velásquez, a menos de tres semanas del golpe, ya estaba dispuesto a apoyar el regreso de Zelaya bajo las condiciones sugeridas por Arias. “Vásquez expresó su voluntad de apoyar una resolución negociada y la restitución de Zelaya, pero destacó que las Fuerzas Armadas estaban preocupadas de que los políticos civiles los convirtieran en el chivo expiatorio del golpe y la crisis“, se lee en el cable.
En esta misma reunión Vásquez le aseguró al diplomático que llevaría el mensaje de aceptar el Acuerdo de San José a Micheletti y su equipo. Sin embargo, el militar se lamentó ante Llorens que estos eran testarudos y agresivos y que continuaban endureciendo sus posiciones.
Mientras directivos de las Fuerzas Armadas se reunían con la emabajada y se mostraban abiertos al regreso condicionado de Zelaya, Roberto Micheletti, presidente de facto, se negaba a considerar esa opción. Micheletti aseguró en varias ocasiones que si Zelaya regresaba a Honduras “había una orden de captura en contra de él".
No fue hasta tres meses después del golpe cuando Micheletti aceptó por primera vez en público la posibilidad de un retorno. A finales de octubre dijo que el Congreso decidiera si Zelaya era restituido o no. Al Congreso le tomó un mes llegar a la decisión de rechazar el regreso de Zelaya.
El temor que las Fuerzas Armadas tenían a ser utilizados como chivo expiatorio por parte de los civiles involucrados en el golpe también salió a relucir en otros cables y era el principal motivo que estos argumentaban para dar apoyo al posible regreso de Zelaya. Los líderes del Congreso aseguraron en diferentes momentos y en diferentes entrevistas que los militares se habían sobrepasado al exiliar al presidente, pues la orden de la Corte era solo de captura. Esas expresiones, el parecer, hacían temer al ejército que si el golpe se revertía, los políticos terminaran responsabilizando a los militares.
El mismo día de la reunión con Vásquez, el embajador Hugo Llores desayunó con el ex presidente hondureño Ricardo Maduro. En un cable titulado “Quién es quién en el golpe de Honduras“ Llorens lo califica como una persona de alta influencia y de un rol potencialmente muy útil para la embajada ya que es muy respetado dentro de Honduras y en la comunidad de negocios internacional.La mañana antes de la reunión en San José, el ex presidente hondureño le contó a Llorens que recientemente se había reunido con líderes militares. Estos le habían expresado que temían ser el chivo expiatorio de la crisis en el caso de que se llegara a un acuerdo político. Si esto sucedía, los militares dijeron estar dispuestos a apoyar a Zelaya.
“Líderes militares le dijeron a Maduro que estaban preparados para apoyar a Zelaya como su comandante en jefe, cualesquiera fueran sus órdenes, en el evento de que los militares fueran culpados por el golpe", se lee en un cable del 18 de julio de 2009 también firmado por Llorens.
En diferentes cables la embajada estadounidense menciona a los militares como un jugador clave en el escenario político después del derrocamiento, a pesar de que Llorens, en un cable donde hace un análisis de los sucecos del 28 de junio, califica de ilegal la actuación de los militares en el golpe. En esa misma nota, la embajada destaca que el asesor legal de las Fuerzas Armadas, Herberth Bayardo Inestroza, reconoció en unaentrevista de el 5 de julio para El Faro que los militares habían cometido un ilícito al remover a Zelaya.
Para la embajada estos reconocimientos públicos eran de gran valor porque los veía como un paso adelante en las negociaciones alrededor del acuerdo de San José y en el cable . Por ello, en un cable del 28 de julio el embajador resaltó como un gran paso adelante el que los militares hayan delcarado públicamente el 25 de julio su apoyo a un acuerdo negociado. En otro cable, Llorens destaca que Vásquez declaró públicamente su apoyo al acuerdo de San José.
Llorens creía que los militares, y especialmente Vásquez, estaban divididos en cuanto a cómo proceder en la crisis, sobre todo porque temían quedar como los villanos de la historia, como comenta en el cable 217183. Según el análisis de Llorens, Vásquez veía en Estados Unidos una guía para salir del problema y por ello confiaba en que llevaría el mensaje de la embajada a Micheletti.
Sobre todo, la embajada creía que debía mantener informados a los militares sobre el desarrollo de las negociaciones. “Cualquiera sea el trato que se haga, para que este sea exitoso, se tienen que mantener informados a los líderes militares“, comentó Llorens en el mismo cable.
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