sábado, 3 de octubre de 2009

Detrás de la Cortina del Régimen Golpista

Por Al Giordano

Especial para The Narco News Bulletin
3 de octubre 2009


En días recientes leyendo los cables de prensa internacionales desde Honduras, muchos dan la impresión de que el “presidente” golpista Roberto Micheletti, ha levantado el decreto del pasado domingo en que suspendía las garantías constitucionales de libertad de expresión, prensa, reunión, tránsito y debido proceso.

Eso no ha sucedido. El decreto, con toda su brutalidad represiva, sigue en plena vigencia.

Mientras un puñado de congresistas estadounidenses de extrema derecha, visitaron al régimen golpista en Tegucigalpa ayer, parloteando sobre la “democracia” y la “libertad”, las tropas del régimen al que favorecen fueron a reventar, incluso las más mínimas expresiones no-violentas de libertad de expresión, tan solo a unas cuadras de distancia en Tegucigalpa.

He aquí el reporte en el lugar de los hechos por el periodista (y colaborador de Narco News), Diego Osorno, quién aterrizó esta semana en Honduras como corresponal del diario Milenio de la Ciudad de México:

“Una por una se acomodaron hasta sumar 19. De haber sido veinte, pensaban, estarían violando el Estado de Sitio que aquí en Honduras es legal desde el domingo pasado. Tan legal que castiga con cárcel las concentraciones públicas y las críticas al gobierno de facto.

Todas ellas cargaban cartelones con reclamos a Roberto Micheletti, sombreros guajiros para protegerse del sol y flores silvestres. Era una protesta simbólica en una de las cinco barricadas que el Ejército hondureño montó alrededor de la embajada de Brasil, donde se encuentra refugiado el presidente derrocado, Manuel Zelaya. Algunas de las 19 manifestantes eran campesinas y otras estudiantes.

También había activistas del feminismo y una poeta que protestaba con un verso de Pablo Neruda en su cartulina: “Podrán cortar todas las flores pero no podrán acabar con la primavera”. No había consignas ni aspavientos,sólo una fila muda de mujeres inconformes que escribían con plumones fosforescentes sus exigencias de justicia.

Diez minutos después irrumpieron treinta policías que parecían andar buscando una guerra. Traían armas de fuego, lanzagranadas de gas lacrimógeno, chalecos antibalas, máscaras, escudos y palos para combatir la modesta manifestación.

—Largo de aquí —solicitó el mando.

—Somos menos de 20, no puede quitarnos —respondió una de las manifestantes, la que llevaba una cartulina que decía “Si hay opresión, habrá revolución”.

—Ya, ya, ande señora, quítense de aquí.

Una docena de los policías se puso detrás de las mujeres y las empezó a empujar mientras caminaban detrás de ellas, hasta llevarlas al borde de la avenida, recriminándolas por violar “el decreto presidencial”, eufemismo con el que se nombra la restricción de las garantías civiles en el país…”

Mostrando un ejemplo a lo que también la resistencia civil está en contra. Los medios pro-golpistas toman el intento de los manifestantes de mantenerse dentro del número permitido de 20 personas para una reunión pública que el decreto permite, y lo retrata como una señal de que la resistencia ha perdido fuerza. El diario Heraldo, por ejemplo, cubrió esa misma manifestación con estas deshonestas palabras:

“Imperan los cordones de seguridad, un importante número de periodistas nacionales e internacionales y sin faltar las manifestaciones, mismas que ya son casi insignificantes por el número de participantes.

“Para el caso, ayer en horas de la mañana, alrededor de 10 integrantes de grupos feministas se apostaron frente al acceso principal de la sede diplomática, por lo que los elementos de la Policía Nacional, les pidieron que desalojaran el área de forma voluntaria.”

La diferencia entre los dos reportes de prensa en conflicto, marcan la distinción entre la simulación de medios y el periodismo auténtico. Porque ya conocemos el trabajo del periodista Osorno, su fidelidad a la verdad, su atención al detalle, su habilidad por contar, y su larga experiencia en reportar desde zonas en conflicto—como el de fuera de la embajada brasileña de Tegucigalpa—es claro para nosotros cual de las dos versiones está mas apegada a la verdad.

Los periódicos propiedad de los golpistas oligarcas—en el caso del diario Heraldo, propiedad de Jorge Canahuati Larach, quién también dirige el Consejo Empresarial de América Latina, mismo que contrató al cabildero estadounidense, Lanny Davis para mentir y tejer la defensa del régimen golpista desde Honduras—cada día publican una mentira de mal gusto: uina nueva manera de distorsionar los hechos sobre el terreno. En la nota de hoy del Heraldo, los esfuerzos de los miembros de la resistencia civil de permanecer dentro del límite de personas que pueden reunirse en asamblea pública impuesto por la dictadura golpista, es presentado como una supuesta evidencia de la disminución de la oposición.

¿Lo entienden? El régimen limita el número de personas a veinte para las asambleas públicas, y cuando los simpatizantes de la resistencia civil intentan actuar creativamente con ese límite, los medios simulados del régimen retratan su obediencia al decreto como el reflejo de una supuesta falta de apoyo.

Y sin embargo, la mera existencia y continuación del decreto, muestra que la oposición pública al régimen golpista es tan amplia y abrumadora que solo mediante la suspensión de las libertades básicas el régimen es capaz de mantenerse en el poder durante un poco más de tiempo.

La mayoría de los medios internacionales no son mucho mejores. Los titulares de los días recientes han dado a entender que el decreto totalitario ya ha sido levantado. BBC: “La distensión hondureña prepara el terreno para las conversaciones.” AP: “Signos de distensión en la disputa hondureña.” Fox: “El régimen hondureño dice que restaurará los derechos.” Estos titulares y muchos otros como ellos, han venido sucediéndose durante cinco días, y sin embargo, el decreto sigue en pie. Así como el doble lenguaje que grita: “el golpe no es un golpe”, tenemos ahora su última versión: “el decreto no es un decreto.” La credibilidad absoluta de las organizaciones internacionales de medios de comunicación que toman dictado de un régimen que ha demostrado por más de tres meses que casi nunca hace lo que dice que hace, muestra un ejemplo del por qué el periodismo se encuentra en una crisis de credibilidad, y porque sus medios de difusión oficiales, habiendo perdido la credibilidad del público, son cada vez más una especie en peligro de extinción.

Es posible que en los próximos días, el régimen golpista anuncie la cancelación del decreto, a fin de dar un último empuje agonizante a las “elecciones” ilegítimas que ha programado para el 29 de noviembre, pero los reporteros inteligentes—en contraste con los crédulos o deshonestos—verán los escritos del régimen, no sus palabras vacías, cuando evaluen como reportar la próxima maniobra de los medios.

A menos de que el anuncio esté acompañado por el regreso inmediato de los transmisores y del equipo de estaciones de radio y televisión, que el régimen tomó la mañana del lunes pasado, la retirada de la policía y de las tropas militares que ocupan las oficinas de medios de comunicación, y la liberación de los presos políticos detenidos desde entonces, cualquier anuncio de la cancelación del decreto, de la misma manera, no será más que palabras vacías.

Nada hace pensar que los medios oficiales de comunicación habrán aprendido para entonces el decir toda la verdad y nada más que la verdad. Sin embargo—porque usted lo hace posible—los periodistas auténticos seguirán en el lugar de los hechos, rompiendo el cerco informativo, y permitiéndole saber lo que realmente está sucediendo detrás de la cortina del régimen golpista.

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