jueves, 1 de octubre de 2009

La derecha hondureña insiste en negar el golpe de Estado


Los sectores de derecha en Honduras insisten en negar el golpe de Estado, pero el presidente de facto, Roberto Micheletti, reconoció hoy que depusieron a Manuel Zelaya por su orientación hacia la izquierda latinoamerica.Sacamos a Zelaya porque se fue a la izquierda, puso a comunistas, dijo el representante del golpismo al diario argentino Clarín, en entrevista concedida en la Casa Presidencial de esta capital.

Según Micheletti, el único error fue la forma de derrocar al mandatario constitucional, al detenerlo y luego sacarlo del país, reseñó el periódico de la nación suramericana.
La Organización de Naciones Unidas reiteró durante está semana la condena al golpe militar y exigió nuevamente el restablecimiento de Zelaya en su puesto de primer mandatario.
En las calles hondureñas, describió Clarín, la resistencia a favor de Zelaya sigue cada vez más controlada por policías y militares y con la dificultad de organizarse: los medios opositores fueron callados .
Micheletti, quien también justifica la asonada castrense por supuesta corrupción del dignatario electo por el pueblo, lamentó que Zelaya se hizo amigo de Daniel Ortega, Chávez, Correa, Evo Morales; es decir, de los presidentes de Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Durante la reciente II Cumbre América del Sur-África (ASA), en la venezolana Isla de Margarita, el mandatario boliviano, Evo Morales, alertó que el proceso golpista que sufre la nación hondureña es una advertencia del imperialismo hacia los países del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), un mecanismo de integración solidaria en pro de la equidad y la justicia social.
También en repuesta a Clarín, Micheletti consideró que la elevada presencia de militares en los espacios públicos es porque defienden la democracia, la Policía igual. Es para cuidar la reacción incendiaria de Zelaya. Ellas nos apoyaron pues íbamos al abismo.
Una Misión Internacional de Observación sobre la situación de los derechos humanos en Honduras constató una realidad distinta: “La Misión concluye que lo que está en juego es mucho más que una simple lucha política para restablecer un orden legal y permitir a un presidente legítimo regresar al poder.”
Los hechos, indicó el documento, evidencian una conflictividad social no resuelta, de la que forman parte una elite económica que usurpó el poder en forma antidemocrática, aliada con el Ejército, y diversos sectores que reclaman un nuevo orden institucional y social que implicaría mayores espacios de participación ciudadana.
La represión, indicaron los observadores internacionales, se manifiesta en particular contra los líderes campesinos, ambientalistas, indígenas, afrodescendientes, mujeres que se movilizan por sus derechos y contra los dirigentes sindicales.

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